6 de Enero: los Reyes Magos se despiden.

Una pizca de nostalgia para despedir a enero…

No quería terminar enero sin escribir esta entrada acerca de los Santos Reyes, o Reyes Magos, como se conocen ahora; un pequeño resumen de todas las alegrías que han traído a nuestras vidas.

Qué distinto es esperar a los Reyes cuando somos niños que cuando somos padres. La expectativa que despierta su llegada en todos los miembros de la familia es la misma, la experiencia es diferente, pero en ambos lados se puede sentir esa magia…

 

Ha llegado la noche del 5 de enero. Nuestros hijos solían dejar su cartita en su zapato, o en una rama del árbol de navidad antes de irse a descansar. Los padres esperamos despiertos, “Nosotros nos quedamos haciendo guardia, para decirle a los Santos Reyes si ustedes han sido buenos niños o no.” – Solían decirnos mis papás a mi hermano y a mí, mientras tratábamos de dormir, con los nervios de encontrar el árbol lleno de regalos, y al mismo tiempo, con el miedo de que mis papás les contaran a los Reyes de aquella ocasión que no llevamos la tarea a la escuela, o de las peleas con nuestros primos.

Y tenían razón, los Reyes siempre saben si los niños de la casa se portan bien o no. Sopesan todas las travesuras que han hecho en el año, pero al final, siempre son menos importantes que todas aquellas cosas buenas. Los Reyes magos no saben de berrinches por no querer la sopa, ellos sólo saben compartir felicidad.

Este año, solamente hay una carta esperando a los Reyes. Antes de irnos a dormir mi esposo y yo, tomamos una foto del árbol: los Reyes Magos ya llegaron, leyeron la cartita, le dejaron una respuesta como cada año, los regalos están listos para que los niños despierten y vean sus regalos…

¿Cuáles niños?

Veo en Facebook los árboles de navidad de mis amigos y parientes, donde los Reyes ya han llegado, llenos de juguetes. Vuelvo la mirada al mío. Aparentemente vacío en comparación. Pero no está vacío. Está lleno de recuerdos.

Last xmas tree
Casi vacío a simple vista con una sola carta, un teléfono nuevo, un puñado de libros, premios para las mascotas; pero mira otra vez…

Todas las navidades que mis hijos permanecieron despiertos tratando de espiar a los reyes magos,  la emoción de madrugar para ver media juguetería a los pies del árbol. Las risas y la emoción de abrir cada juguete. La impaciencia por ir a la tienda cuando los reyes, (descuidados ellos) olvidaban dejar baterías para los carritos a control remoto.

Las veces que mi esposo y yo los vimos leer la cartita que los reyes les dejaban, felicitándolos por ser tan buenos chicos, y deseándoles un feliz año. Aún conservo algunas de ellas.

La sorpresa cuando arrojaron su cartita al cielo en un globo, los nervios de que se extraviara en el camino, y al final, la emoción de encontrarla intacta en el árbol, rebosante de todo lo que pidieron. O casi todo.

¡Qué Reyes tan magos, que saben traer ilusión y sonrisas a los hijos y a los padres, que vuelven a vivir su infancia con cada 6 de enero que llega!

xmas with kids
Los pequeños leyendo la carta que los Reyes les dejaron. Después, a jugar un poco y a arreglarse, que es día de escuela. ¿podemos llevar un juguete?

En esta casa, o mejor dicho, en cada casa que hemos vivido, los reyes han llegado puntuales desde el 2001, cuando la mayor era una bebé apenas, y cuando los reyes eran tan humildes que sólo pudieron traer un par de sonajas y un osito para la bebé de la casa. Éste fue el último año que los Reyes llegarán a esta casa, Ahora los niños han crecido. Nuestro hijo, el menor, entra este año a la universidad, la infancia de ambos ha terminado, pero no la magia. Ésta, junto con nuestros recuerdos, se ha quedado dentro de nosotros.  Los Reyes vieron crecer a nuestros hijos, llevando cada año una correspondencia de cartas, cada vez más madura; misteriosos confidentes de sueños e ilusiones, siempre listos para escuchar a los niños, felicitarlos por ser buenos hijos, y darles algún pequeño consejo cuando hiciera falta.

De niña siempre quise conocer a esos Santos Reyes, que me conocían tan bien, y cuya letra se parecía un poco a la de mis papás. Éstos últimos me dijeron alguna vez, que si me quedaba despierta y los veía, la magia desaparecía y ya no volverían. Por muchos años temí al crecer que aquellas palabras fueran ciertas. Ahora que el tiempo ha pasado y soy madre, he descubierto que no es así. Conozco a los Reyes Magos, les entrego las cartas de mis niños, los veo responderlas, llenar el árbol de sorpresas para los niños, y también un recuerdito para los adultos de la casa. La magia sigue aquí.

Éste fue el último año que los Reyes lleguen el 6 de enero. Los niños ya son adultos que algún día formarán familias propias; y quién sabe, tal vez, cuando algún nieto llegue, vuelva yo a ver a los Santos Reyes. ¿De qué conversaremos cuando llegue la ocasión?

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